Anoche, un ser muy sabio y aunque el lo niegue; de gran corazón, noto que yo no estaba del todo bien. Con la mejor de las ondas se acerco a hablarme, o mejor dicho, a preguntarme que era lo que me pasaba. Como buena mujer,trate de negarme y con mi mejor cara de póker, le dije: "no, nada" y el insistió un poquito, apelo a mi transparencia, y a que no se fingir absolutamente nada. Hasta que solté todo. Le conté que si, que realmente no estaba bien, que no estaba pasando por un buen momento.

Hablando las personas se entienden, o por lo menos así dicen. La cosa es que yo al abrirme, el supo entenderme, guiarme y ayudarme, para poder salir de ese túnel oscuro en el que mi razón estaba totalmente perdida.

En el momento en que pude superarme, y hablar me sentí mejor, supe que, decir las cosas es mejor que guardarlas. Expresar sentimientos siempre es bueno, dicen. Yo siempre creí lo contrario. Siempre pensé que al mostrar lo que realmente sentís por otra persona, sos vulnerable. El otro puede hacer y deshacer con vos como más le guste. Por suerte, suelo tener a alguien que me diga que no es así, aunque la mayoría de las veces, no les presto atención y vuelvo al mismo lugar de donde partí.

Aunque de cada tres pasos que adelanto, al tiempo retrocedo dos, creo que así es la vida. Avances y retrocesos. Prueba y error.

Si todo fuera tan perfecto, acaso, ¿no seria muy aburrido?